miércoles, 18 de abril de 2012

Superbia.

Mutante, te hallas acelerado, y ello no lleva a posicionarte en buen lugar. Respira, piensa, tómate tu tiempo. Pero no quieres perder un segundo, quieres volar, batir tus alas, lanzarte al vacío desde un acantilado enorme. Así te sientes enorme, te sientes grande, poderoso.

Hoy Ella te ha visitado, y conversais;
Ella - ¿A dónde vas solo? Has perdido a tu padre, pero me tienes a mí, y tienes a tus amigos.
Mutante - Déjame salir, he de saltar y volar. He de averiguar lo que le ha sucedido a mi padre. He de encontrar respuestas, he de conocer mi origen.
Ella - Sí, debes conocer, pero no mediante un salto mortal al vacío. Poco a poco, con mi ayuda, con la de nuestros amigos.
Mutante - Me niego a andar pausado, y a depender de vosotros, que aunque bien intencionados, ahora me obstaculizais.
Ella - Espera...
Mutante - Vencí a Alter Ego, iluminé a mis compañeros en la primera batalla, puedo hacerlo solo.

Aunque la habitación permanece igual, al mutante le parece que se oscurece, se enfría, se acalla, y siente una presencia inquietante. Dentro de esta oscuridad el mutante sonríe. Ahora su sonrisa ha dejado de ser bella, casi se asemeja a la sonrisa macabra de Alter Ego.

Superbia.


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