lunes, 6 de febrero de 2012

Compañeros de viaje.


El tren en el que viajaban  los chicos llevaba unas horas de viaje. El cansancio, unido a la emoción y a la duda de si sería bien hecha la obra que emprendían, tenía a los chicos en un estado mental excitado, y abstraídos los unos de los otros. Minutos después, algunos fueron a comer al vagón comedor, otros paseaban para mover las piernas. El mutante se quedó sentado mirando a través de la ventana, apretando la mano de su nuevo amor. Ella, serena, sonreía a un niño sentado junto a sus padres  al otro lado. 


Mutante - ¿Qué miras con tanta alegría?

Ella, hace callar al mutante y señala con la mirada al niño. Ambos sonríen, y el niño hace lo mismo.

Mutante - No llego a entenderlo, no sé si puedo explicarlo, ni el motivo que me provoca esta sensación, pero irradia luz, irradia serenidad, ese niño irradia algo especial.

Ella - Voy a acercarme a ellos.
Entonces la chica se levanta y se aproxima a la familia. Comienzan a charlar. Ella está en cuclillas junto al niño, y todos están sonrientes.
El mutante los observa desde su asiento, sonríe, sonríe mucho. Admira a su chica, y contempla la alegría que transmite ese niño junto a su familia. Ahora mira al exterior, al paisaje que pasa velozmente, apenas puede distinguir cada árbol en el exterior. Una sombra, una cara le observa afuera, y sonríe al mutante con una sonrísa torcida, malvada. El chico se asusta y se estremece, y se sobresalta cuando siente que una mano toca la suya.

La chica - ¿Qué te pasa? ¿Te he asustado?

El chico tiembla, está pálido. Le dice a ella - Tengo algo que contarte...

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