miércoles, 18 de enero de 2012

Otros mutantes.

Creciendo, conociendo, aprendiendo.
Ya no era un niño. Ahora había crecido, siempre bajo la mirada atenta de su padre. Poco a poco aprendía de su mutación, y del poder que ella conllevaba. Había convertido la mutación en un don. Y a través de su sonrisa empezaba a controlarla, a dominarla, y a darle un uso creativo, acertado, altruista.

- No, no voy a dominar el mundo. No voy a invadir países, no voy a abusar del pobre, ni pretendo ser famoso. Mi padre  me ha ido enseñando que mi don, mi poder, mi mutación, son para hacer el bien. He leído junto a mi padre comics de superhéroes, y de antihéroes. Y yo voy a ser un superhéroe, un superhéroe.

De esta forma, el joven empezaba a darse cuenta de sus puntos fuertes, de los flacos, de su poder, de lo que éste conllevaba, de la dificultad que iba a tener el aplicarlo de una forma correcta, y empezaba a preguntarse cómo usarlo, y para qué y quién.

Pero a veces se sentía solo
- Padre, ¿hay más criaturas como yo?

El padre se sobresaltó al escuchar la pregunta, y conteniendo el gesto respondía;
- Sí, hay más. Eres uno entre cien mil, pero no uno entre todo hombre.

Y el chico comenzó a plantearse la forma de encontrar a los otros. A plantearse cómo los otros usaban su poder, si es que lo utilizaban. Comenzó a preguntarse si estaban escondidos, y dónde. Pero la más importante de las preguntas que se hacía, la exclamaba por la noche a las estrellas
-Si hay otros, ¿qué podriamos hacer si uniesemos nuestros poderes?

No hay comentarios:

Publicar un comentario