viernes, 13 de enero de 2012

Un bicho raro.

El pequeño mutante comenzó a crecer, a integrarse en el mundo. La duda rondaba en la cabeza de su padre;

- Si me callo respecto a su secreto, nada, absolutamente nada, ni bueno ni malo, sacaríamos de lo que significa. Pero si hablo, dos cosas pudieran suceder; o sería un ser especial, privilegiado, o sería un bicho raro, una pobre criatura, un ser tremendamente delicado, como el cristal más frágil que en el mundo pueda existir.

Y el padre dudó, temió, y probó ambas cosas. A algunas personas contó sobre el misterio de la criatura. A algunas otras, calló la verdad.

Y unos temieron tocar a la criatura por si se rompía, otros la rechazaban por miedo al contagio de un mal que ni tan siquiera era posible, otros la amaron aún más, y otros la trataban como a un humano más.

Por otro lado, los desconocedores del secreto actuaban con naturalidad, pues nada sabían. Pero la criatura a veces deseaba, a veces no, conocer qué pasaría si sus amigos descubriesen su poder.

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